sábado, 12 de enero de 2008

Esta noche es larga (este post también)

(ad portas de una noche larga pero por razones diferentes, me acordé de esto que escribí por ahí hace un par de meses, y si bien no es exactamente la situación de esos días, el espíritu es el mismo. O trata de ser el mismo, y le resulta un poco mejor ahora que hace dos meses. En fin, ahí va. Fue cuando se me ocurrió el nombre de este lugar, y creo que eso merece estar aquí)


¿Cómo resumir? Siento que no duermo hace dos semanas! He estado haciendo muchas cosas, entre trabajo, celebraciones entrecortadas, amigos, clases, cumpleaños de vuelta de clases y conciertos de vuelta a la casa o después de la pega, tardes de fotos y de aire y de caminar, y más amigos, encuentros muy esperados y otros inesperados pero muy agradecidos (Confirmado: Dios escucha a Les Luthiers de vez en cuando), y, por supuesto, más trabajo.

Y entre todo eso, "cantidad" de sentimientos, ideas y sensaciones, mi cabeza/corazón da vuelta en remolinos; es un “disco eterno”, como escuché por ahí (que cliché) (ustedes amigos tipo treintones, saben de qué hablo)

Y aunque a ratos me agobio y me enojo, y digo "no más", hay un bichito que siempre se cuela por entre medio y me hace agradecer esta vorágine. Y eso no es fácil, porque le hago la guerra al bichito... porfiadamente.

Pero hoy (mañana no sé) gana la optimista que llevo dentro, me siento afortunada de estar viviendo todo esto y descubrir entre medio lo que me va pasando: no quiero perderme nada, nada de lo que soy, nada de lo que se ofrece ante mí, nada que me pueda abrir otra puerta y otra ventana. Nada, porque, todo junto, me recuerdo que a la vida siempre le hace falta algo para ser perfecta, y buscar y encontrar ese algo me mueve.

El sol tiene alas, y yo vuelo en ellas.

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