cuando yo era chica no me asustaba ni importaba que el agua estuviera helada ni que me fuera a resfriar ni que ya fuera tarde o que me pudiera mojar la ropa o que me dolieran los oídos con el viento
no importaba nada, salvo correr y correr para que la ola no me mojara, en un juego sin fin en el que en verdad si deseaba que me mojara
mis miedos y mis deseos eran menos visibles y por lo mismo, era más libre de ellos
y ahora... ya no
la toma de conciencia es a veces dolorosa y muy inquietante
pero a veces también es jubilosa y emocionante como huir de una ola a orilla del mar
ya volví...
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